Aquí tenemos un artículo de temporada, ahora que estamos a punto de estrenar el invierno. En Madrid hemos tenido un otoño irregular para el uso de la moto, alternando mucho frío y bastante agua, incluso nieve, con días secos de temperaturas agradables, pero llega el momento de usar menos la moto y más la cabeza. No pretendemos desincentivar el uso de la moto en ninguna época del año pero si queremos que la climatología adversa implique el menor peligro posible.
En el artículo que reseñamos se explican muy bien los puntos más importantes para conducir en moto con lluvia, frío y cualquiera de sus posibles combinaciones. La moto ha de estar en perfecto estado, especialmente las ruedas, y deberemos conducir con extrema suavidad, pues la adherencia se reduce considerablemente. Pero olvida mencionar un aspecto fundamental, sobre todo para quienes usan la moto en ciudad: la visibilidad.
Otro día hablaremos sobre cómo vestirse en la moto para el agua y el frío, pero ahora sólo vamos a insistir en la necesidad de hacerse visible: en esta época del año en que las horas de luz son muchas menos hay que usar elementos reflectantes sobre la ropa y el casco. Si llueve o nieva, o se añade la niebla, deberemos circular con mucha más anticipación, señalando claramente todos nuestros movimientos y asegurándonos de que el resto de conductores nos han visto y entendido nuestras intenciones. Las motos ya son, en condiciones normales, menos visibles que un coche o un vehículo mayor: en condiciones adversas (falta de luz o de visibilidad) deberemos cerciorarnos de que cualquier otro vehículo a nuestro alrededor es consciente de nuestra presencia.
Por último, añadiremos que deberemos circular con menos celeridad que en condiciones normales: no sólo hay que adaptar la velocidad a las condiciones del tráfico y la vía, sino evitar en lo posible el culebreo entre vehículos y los ángulos muertos de los demás. No asegurarnos de que nos vean implica un grave riesgo de percance.